miércoles, 23 de enero de 2008

Itaca postfechada


Itaca posfechada
Juan Manuel Bonilla Soto

El silencio no retrae el eco,
nunca puede.
En el afán rompe los mitos y
se descubre como vocación
en medio de su intermitencia.

Ante la necesidad de trasponer
la brecha de un minuto,
Ulises titubea
frente a sus meridianos:
frente a sí,
tampoco puede direccionar
sus arrepentimientos...

¿Cuántas albas se requieren para sanar esas incertidumbres?

Onomásticos, cuántos, cuántos Onomásticos
en el desorden
de estas acumulaciones.
!Cuántos soles atávicos
en el oeste
de tu cerrar de ojos!

Pero la voluntad de Ulises
después de la declaración,
(esa que llega llena
y pega plena)
ya no tiene oráculos previstos:
Itaca es una promesa posfechada,
satisfecha en los meridianos alucinógenos
del desafío,
mientras el Marqués de Sade
capitula ante el freno
de esos desenfrenos,
sin diezmos que entregar,
sin más ofrendas del tacto
para profetizar liturgias
en ninguna piel,
sin alguna secreción
previa al diluvio,
tal vez al sacrificio.

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