martes, 5 de agosto de 2008

Seimayi Kurnicova IV


Seimayi Kurnicova IV

Sí, podemos decir que se trata de una realidad aparte, pero es justo ahí en donde los charlatanes se descubren. Hay muchos que tienen cierta idea de le que se trata, como tú, tú que te atragantas con las cinco líneas que leíste de "las enseñanzas de don Juan", y no aprendiste más que pura madre, te decía que algunos tienen cierta idea pero sus espíritus no están preparados, no se puede llegar a la flor así nomás como si nada, la purificación es lo que nos distingue. Sí, ya se que me espetarás el argumento que acostumbras, aunque, para ser honesta, hace mucho tiempo que ese alarido perdió categoría de argumento, las primeras ocasiones que lo usaste la neta sí me sacudió, hasta que llegué a la cuenta de que sí, de que yo no era más que una viciosa, y fíjate muy bien que aquí no digo adicta, sino viciosa, y esto la verdad suena más feo, porque los adictos por lo menos tienen la esperanza del centro de rehabilitación y el consuelo de su terapeuta, pero un vicioso... Y mucho peor una viciosa. Y eso, nuevamente la verdad sea dicha, no estoy muy segura si me aterraba o si me conmovía, pero de lo que no hay duda es de que despertó en mi esa reflexión que me hizo distinguir entre los iniciados y entre los farsantes y yo, como tributo del ayuno y de otras privaciones pude llegar purificada al acto, o sea que no soy de esos charlatanes que por haber leído un poco a Castaneda casi se auto proclaman los chamanes de la banda, los ayatolas del barrio. ¿A poco pensabas que mi nombre, mi segundo nombre, el de batalla, Seimayi, es puro capricho del folclore? Pues ya ves que nanáis, me llamo así porque el ayuno me convirtió en doncella, porque yo sí pude estar en esa Ceremonia y no pienses que estuve como oyente, estuve como Seimayi, como la doncella elegida para recibir la flor, la primera flor, por la que se caminan tantos días y se ayuna tantas lunas. Pero te decía que sí, que parece que esto sí es una realidad aparte, pero nos quedamos cortos, no se trata de una, sino de realidades múltiples, realidades que si acaso y de manera tangencial se cruzan y fíjate que no digo se mezclan, sólo se cruzan, no caminan juntas, no se funden, no son como las líneas paralelas que, si bien es cierto que nunca se juntan, tampoco se separan, esas podemos decir que son realidades semejantes, las otras son ajenas, únicas, aparte. Pero el ayuno también me hizo un poco humilde y la verdad te mentiría si te dijera que siempre fui Seimayi, no, que va. Mi primer encuentro con Catorce fue de polizón, polizón, jijiji, que palabra tan chistosa, yo siempre la relacioné con buques de vapor, con las aguas del Pacífico y el Atlántico, con pránganas que no compraban su boleto para el viaje y se escondían en los rincones más infectos de la embarcación con la complicidad, acaso, de alguno de los cocineros que previamente renunciaran a la tentación del sable y la pipa reservados sólo a un capitán. Sí, me fui de polizón o polizona, que suena todavía más chistosito, pero qué querías que hiciera, sí los iniciados para esa peregrinación ya estaban seleccionados y completos.
La verdad yo no pensaba ir pero ya ves como es Froilán, inquieto, de repente jipi y súper mariguas, pachecote pues; él fue quien me inició, en ceremonia clandestina porque ya ves que él no era chamán, ni guía, ni acompañante: era apenas iniciado pero ya era un infractor que no pudo resistir la tentación del vuelo frente a la de por sí tentacionzota que yo soy. Lo conocí en el parque Independencia, jardín, le llaman los norteños. Te platiqué, ¿no me digas que también se te olvidó? Bueno, eso ya no es novedad. Pues sí, estaba yo sentada en posición de Loto y mis colguijes sobre el manto de percal, esa tela multicolor que parece la hubieran bordado o tejido con la policromía de los huicholes, pero que sale muy barata en Parisina, ya sabes, yo vendía bisutería manual, chaquiras, canutillos, listoncitos, piolas y cáñamo para tejer trencitas, pedrería y ámbares dizque de Chiapas, pedazos de algún cuero comprado en las peleterías de Tepis, cera de Campeche para rastas, anafres diminutos e incensarios de caoba y ya qué más te digo, artesanía jipiosa, pues, ya sabes.
Pero lo que no puedo omitir es esa pipa, era legítima, de hueso bien labrado, grecas y caracoles dominando la decoración, pura finísima labor, y para amenizar, pues ya sabrás, como si aquello fuera la hora de las complacencias en mi sanyo, aquella que todavía no leía mp3, pura wab, pero nada que paraba el reggae, Anastasio y los del monte, Guacamaya urbana, Bajahreke, Alam Rasta, Cultura profética, Hierbabuena Kajahla, y el bajo de Boby Babilón, llena de gentilicio regional, sin subirle todo, apenitas el volumen suficiente para no eclipsarnos con los decibeles de redobas y tamboras, ya sabes, que don Cruz Lizárraga con su Recodo y Los tigres del norte, mientras One Love, One Herat/ Let's get together and feel all right/ Hear the children crying (One Love)/ Hear the children crying (One Heart)/ Sayin' give thanks and praise to the Lord and I will feel all right/ Sayin' let's get together and feel all right... Bob Marley por acá y zaz, que cuánto por la de allá, pero decir que 'la de allá' define nada, o todo, como nos convenga, por lo pronto yo me hice medio güey y le dije que la ancha costaba veintidós y la angosta diez y seis, pero dijo que no, que esas no, e insistió con que su aquélla, pero el reclamo resultó igual de abstracto que su primera invocación. Y es en esta parte en donde si me pensabas loca ya no te quedará ninguna duda, pero ¿qué querías que hiciera si a esa pipa le tenía su cariñito? Pues ahí tienes que empezó un regateo de aquellas, una verdadera puja, decía él sintiéndose héroe en casa de subastas: "noventa y cinco pesos, dice el joven, noventa y nueve a la una, noventa y nueve a las dos, noventa y nueve a las...", esperen un momento, por favor, la señorita del huipil -esa soy yo- ofrece ciento diez..." vendida al joven de las rastas, qué gran adquisición... Y sí, ya te decía que esa pipa de marfil fue la causa de que me iniciara en el ritual, de que le tuviera su veneración, de ser Seimayi, la doncella que tiene el mérito y el privilegio de recibir la primera flor.
¿Que Froilán cómo se conectó con ese clan? De principio déjame aclararte que no somos ningún clan, somos iniciados, somos gente que por su convicción nos hemos integrado a la comunidad, somos gente que renunció al demonio de la tentación de consumir peyote sólo por placer, somos iniciados para quienes el sabor ritual de masticar la flor es una revelación más que una locura, buscamos la sintonía espiritual de nuestros sentidos con la temperatura proverbial del cosmos, pero de un cosmos previo al que resultó del caos original. Nuestra travesía no está expuesta a naufragar porque el temperamento de nuestras arterias, en su polivalencia nos aleja de la mortalidad y en ese momento somos dios, todos nosotros transformando nuestra diversidad en la presencia singular de dios: somos dios.

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