miércoles, 15 de octubre de 2008

Verbos

La ausencia no es un verbo transitivo,
pero podemos conjugar
su escarcha
y declinar el laberinto abstracto
de sus ríos.

Solos, presintiendo que nos presienten,
pensamos en el otro
y pensamos que él nos piensa
porque apenas somos eso:
desafíos entre diatribas,
vocativo absuelto en medio de ese miedo,
apenas dueños de una certeza que hemos descubierto:
el uno llega al otro amaneciendo,
insomne,
se amanecen y se funden, -momentáneos infractores-,
en esa luz complementaria
donde la caricia iniciática,
dictada en el desvelo,
es la única ley
que sostiene la gravedad de su impaciencia.

La espera, en esta piel,
tampoco es verbo conjugado.

Juan Manuel Bonilla Soto

2 comentarios:

deseo y bostezos dijo...

donde la caricia iniciática,
dictada en el desvelo,
es la única ley
que sostiene la gravedad de su impaciencia.

NO IMPORTA SU IMPACIENCIA, ...LOS LABIOS MAS URGENTES Y MAS IMPACIENTES, NO TIENEN PRISA DOS BESOS DESPUES...

Unknown dijo...

Este texto, además de profundo, es una prueba de que se puede hacer música con las palabras. La eufonía de tu poema es asombrosa. ¡Qué barbaridad!, tienes un oído perfectamente afinado. Consigues que se disfrute la lectura en voz alta (y también en voz baja).
Un gran abrazo, Manuel.